Hola todos y todas:
Lo prometido es una deuda, y aquí ya les tengo un excelente trabajo de investigación de 2 autores Italianos muy reconocidos a nivel mundial, Bartocci y Terramoccia. Ellos han trabajado intensamente este tema de nutrición de Búfalas lecheras, especialmente los niveles adecuados de energía y proteína en la dieta.
Si prefiere el trabajo en formato PDF, lo puede bajar siguiendo este link:
VARIACIONES EN LA PRODUCCION, CARACTERISTICAS CUALITATIVAS Y PARAMETROS DE COAGULACION DE LA LECHE DE BUFALO DE RIO, DETERMINADOS POR EL NIVEL DE ENERGIA Y PROTEINA DE LA DIETA
Variations in the Production, Qualitative Characteristics and Coagulation Parameters of the Milk of the Riverine Buffalo Determined by the Energy/Protein Content of the Diet Asian-Aust. J. Anim. Sci.Vol. 23, No. 9 : 1166 – 1173 September 2010
S. Bartocci y S. Terramoccia *
C.R.A. Centro per le produzioni delle Carni e Miglioramiento genético, 0016 Monteredondo Sc. Rome, Italy
Traducido del inglés por Alejandro Londoño H., Zootecnista, U.Nacional de Colombia, alelondo@gmail.com
RESUMEN:
Diez y seis búfalas mediterráneas multíparas fueron subdivididas en dos grupos uniformes de 8 animales cada uno. El promedio de peso de los dos grupos al inicio del ensayo fue de 671.2 y 656.7 Kg respectivamente. El número de días de paridas fue de 33.4 y 33.3 y el promedio de producción de leche fue de 12.73 y 12.33 Kg/día. El ensayo duró 114 días y fue dividido en dos sub-periodos de 58 y 56 días. Las dos dietas se administraron ad libitum, y tenían la misma concentración de forraje/concentrado (53/47) pero en su formulación el porcentaje de los 2 forrajes variaba. La dieta 1 contenía: Heno de alfalfa 10 %, ensilaje de maíz 43 %, concentrado 1: 47 % (6.63 MJ E.N.l/kg M.S.; 179.5 g de proteína cruda/Kg M.S. La dieta 2 contenía: Heno de alfalfa 20 %, ensilaje de maíz 33 %, concentrado 2 (5.99 MJ E.N.l/kg M.S.); 155.4 g de proteína cruda/Kg M.S. Para el total del período del ensayo (33-146 días en lactancia), el consumo de materia seca fue de 17.23 Kg/día para el grupo 1 y 17.29 Kg/día para el grupo 2 y correspondiendo a 2.50 % y 2.58 % de peso vivo respectivamente (p< 0.01). No hubo diferencia significativa entre el promedio de peso vivo (689.7 y 669.4 Kg y la calificación de la condición corporal (6.49 y 6.42) para los 2 grupos de búfalas. El grupo 1 produjo la mayor cantidad de leche (11.89 vs. 10.90 Kg/día), (p< 0.01) y de mejor calidad tanto por su mayor contenido de grasa (82.32 vs. 77.29 g/kg) (p< 0.01) y por su contenido de proteína (47.36 y 46.38 g/kg). La leche de las búfalas recibiendo la dieta 1 tenía una mejor capacidad de coagulación, menor valor de r (15.98 y 16.42) y K20 (1.66 y 1.75) y un alto valor de A30 (54.45 y 52.73 mm). Teniendo en cuenta los dos sub-periodos, la producción de leche fue significativamente diferente solo en el primer sub-período (33-90 días de lactancia) a favor del grupo 1 (13.08 vs. 11.56 Kg/día) (p < 0.05) mientras el efecto positivo de la dieta fue anulado en el segundo sub-período del ensayo (91-146 días de lactancia) (10.71 vs 10.24 Kg/día).
Palabras clave: Búfalo, capacidad de consumo, parámetros cualitativos y cuantitativos de leche.
Introducción
La crianza de búfalas mediterráneas (Bubalus bubalis L.) En Italia está sometida a continua expansión incluso fuera de las áreas tradicionales localizadas en el centro y sur del país. Este fenómeno está principalmente determinado por tres factores: i) las cuotas lecheras establecidas por la unión europea, que impone límites a la producción de leche de vaca; ii) el precio de la leche de búfala, la cual es usada exclusivamente para la transformación, es aproximadamente tres veces mayor que la leche de vaca; iii) la disponibilidad de mozzarella es inferior a la demanda, nacional e internacionalmente (USA, Francia, Alemania, Inglaterra) y de acuerdo con Stefano (1999), para satisfacer la demanda del mercado se requieren el doble de búfalas lactantes.
Al mismo tiempo, con el incremento de las crías existentes, establecimientos modernos, y técnicas de ordeño que han sido desarrolladas. El manejo de la alimentación ha sido difícil debido al hecho de que solo hace unos años no se conocían los requerimientos nutricionales, estos animales solo se alimentaban a base de pastos o eran alimentados principalmente con sub productos industriales, mientras hoy los mismos productos se usan en vacas lecheras.
Actualmente la industria lechera bufalina italiana ha logrado una importancia económica, no se ha beneficiado al mismo tiempo en el aumento de la producción. La definición del nivel de proteína y energía para la ración de búfalas lactantes se ha convertido en algo fundamental, con la optimización de las raciones en las diferentes fases productivas, es una gran ventaja económica para el negocio así como para controlar la polución ambiental.
El nivel apropiado de proteína para los diferentes estados de lactancia todavía no está validado, como quiera que existe muy poca literatura al respecto, provocando indicaciones contrastantes (Verna et al., 1994; Campanile, 1998). En un reciente estudio (Bartocci et al., 2.006) demostró que a través del suministro de una dieta con un elevado nivel de proteína y energía, se alcanza un efecto positivo sobre la cantidad de leche. Puppo et al. (2.002) demostró similar digestibilidad en proteína cruda en vacas Holstein que en búfalas Mediterráneas. Un elevado nivel de amoniaco fue encontrado en el rumen de búfalos (Kennedy et al., 1992); Brittante et al., 1994), el cual es más voluminoso que en las vacas (Bartocci et al., 1997) con una gran capacidad para degradar ambas proteínas cruda y proteína verdadera (Terramoccia et al., 2008) demostraron que un elevado nivel de proteína no degradable incrementa el consumo de nutrientes y la producción de leche.
Investigaciones recientes (Di Lella, 1998; Bartocci et al., 2002; Infascelli, 2003; Bartocci et al., 2006) también han tratado de definir la capacidad de consumo de los búfalos, pero con resultados contradictorios.
Los objetivos de este trabajo fueron estudiar el efecto de incrementar el nivel de proteína sobre la utilización de 2 dietas, dietas con concentración similar de energía a la de trabajos anteriores (Bartocci et al., 2006) con el fin de investigar el consumo de materia seca, así como, la calidad y cantidad de la leche y además para definir la relación energía proteína necesaria para un nivel medio-elevado de producción en la primera fase de la lactancia.
MATERIALES Y METODOS
Animales y dietas
Diez y seis búfalas multíparas se usaron en el ensayo, y fueron subdivididas en 2 grupos uniformes de 8 animales cada uno. El promedio de producción de la lactancia previa fue de 2.147 y 2.388 Kg. Para 255 y 259 días; el número de lactancias estaba entre 2.66 y 3.16 y la distancia entre partos fue de 33.4 y 33.3 días. El promedio de producción de leche para los 2 grupos al comienzo del ensayo fue de 12.73 y 12.33 Kg/día; el promedio de peso fue de 671.2 y 656.7 Kg. Los animales fueron pesados mensualmente y en el final del ensayo. La calificación de la condición corporal de los dos grupos de búfalos en el comienzo del experimento fue de 6.24 y 6.23; los grados de engrasamiento fueron determinados mensualmente mediante tres estimadores de acuerdo al método de Wagner et al. (1988) y modificado por Campanile et al. (1988) para búfalas lactantes. Este método proporciona una escala de 0-9. Las diferencias entre los 2 grupos para los parámetros antes mencionados, no fueron significativas. El ensayo duró 114 días (periodo de lactancia PL entre los días 33-146) y fue subdividido en dos subperíodos de 58 días (33-90 PL) y 56 días (91-146 PL). Había 2 ordeños con un intervalo de 12 horas entre la mañana y la tarde. La producción individual de leche fue establecida al principio del ensayo, subsecuentemente por intervalos de 14 días y luego en el final de la prueba (nueve controles).
La alimentación del grupo fue ad libitum de acuerdo con la técnica TMR (ración totalmente mezclada). Las dietas fueron pesadas al inicio y al final del día, así como los residuos del día anterior. La presencia de estos residuos siempre fue muy limitada. Los ingredientes utilizados fueron: heno de alfalfa de segundo corte, ensilaje de maíz y dos concentrados específicamente formulados. El concentrado fue confeccionado con los mismos ingredientes pero con diferentes proporciones de los mismos: para el concentrado No. 1 torta de soya (44%), harina de maíz (20%), harina de cebada (16%), harina de trigo (5%), afrecho de trigo (4%), torta girasol (3%), melaza (3%) y premezcla de vitaminas y minerales (5%). Para el concentrado No. 2: Torta de girasol (26%), afrecho de trigo (26%), harina de maíz (12%), torta de soya (9%), harina de trigo (8%), harina de cebada (8%), harina de alfalfa deshidratada (3%), melaza (3%) y premezcla de vitaminas y minerales. Las dos dietas suministradas tenían la misma relación forraje concentrado (53/47) pero en el porcentaje de los forrajes eran diferentes. Para la dieta 1 heno de alfalfa (10%), ensilaje de maíz (43%), concentrado 1 (47%) el cual contenía 6.63 MJ E.N.l/Kg M.S.; 179.5 g de proteína cruda /Kg de M.S. La dieta 2: heno de alfalfa (20%), ensilaje de maíz (33%), concentrado 2 (47%) el cual contenía; 5.99 MJ E.N.l/Kg M.S., 154.5 g de proteína cruda /Kg de M.S. La energía neta de lactancia de los ingredientes, expresada como MJ/kg M.S., fue determinada mediante la composición química y la digestibilidad de la materia orgánica (INRA, 1988).
Análisis químicos
Se tomaros muestras de forrajes y concentrados, así como, de los residuos y se sometieron a los siguientes análisis de laboratorio: materia seca (MS), proteína cruda (PC), fibra cruda (FC), extracto etéreo (EE) y cenizas de acuerdo a AOAC (1995); fibra detergente neutro (FDN), fibra detergente ácido (FDA) y lignina en detergente ácido (LDA) de acuerdo al método de Goering y Van Soest (1970). Adicionalmente los carbohidratos no estructurales fueron calculados (NSC) como reporta Van Soest et al. (1991). Las muestras individuales de leche, representativas de los dos ordeños se sometieron a las siguientes determinaciones analíticas: grasa, proteína (N x 6.38), caseína, pH y úrea (ASPA, 1995). Adicionalmente 3 parámetros de coagulación de la leche fueron establecidos: tiempo de coagulación del cuajo (r), tiempo de firmeza de la cuajada (k20), firmeza de la cuajada (A30) por promedio del tromboelastógrafo, formagraf como lo reporta Zannoni y Annibaldi (1981). Para estimar la cantidad de queso mozzarella producido diariamente, se usó la ecuación propuesta por Altiero et al (1989). El método de fluoro-opto-electrónica (Somacounter 300, Bentley Instruments, USA) fue empleado sobre muestras cada mes para determinar el conteo de células somáticas.
Análisis estadístico
Para el consumo de materia seca, energía y parámetros químicos, fueron usados los datos diarios promedio, mientras que para peso vivo y cantidad y calidad de leche, se utilizaron los datos de cada animal.
Las diferencias entre grupos y entre subperíodos fueron avaluados utilizando el procedimiento GLM/SAS (SAS, 1993) con el modelo bifactorial con interacción:
Yijk = µ + αi + βj + (αβ)ij + εijk
Donde µ = promedio general; α = grupo (i=1,2); β = Subperíodo (j=1,2); (αβ)ij = interacción grupo x subperíodo; εijk = error del modelo
RESULTADOS Y DISCUSION
Composición de la dieta
La tabla 1 registra la composición química, la energía neta de las dos dietas utilizadas. El contenido de energía/proteína de la dieta 1 (6.63 MJ/Kg MS; 179.5 g/Kg MS) no aparece en las tablas de requerimientos (Zicarelli, 2000); Bartocci et al., 2002; comité científico del consorcio para la protección del queso mozzarella de búfala de Campania. Dieta 2, basado sobre el conocimiento al estudio previo (Bartocci et al., 2006) tiene un porcentaje de energía/proteína (5.99 MJ/Kg MS; 155.4 g/Kg MS) quien considera que es adecuado. Considerando el bajo nivel de carbohidratos estructurales suministrado en la dieta 1 los animales nunca tuvieron problemas fisiológicos o metabólicos.
Capacidad de consumo
La tabla 2 muestra el promedio diario de consumo de materia seca (DM), energía neta de lactancia (NEL2), proteína cruda (CP) y carbohidratos no estructurales. Tomando en consideración todo el periodo del ensayo (33-146 días en lactancia), La dieta 1 no modificó la ingestión de materia seca
La cual fue similar para los 2 grupos (17.23 y 17.29 Kg/día), y estos resultados coinciden con los que encontró Bartocci et al. (2006); esta investigación fue realizada bajo las mismas condiciones climáticas (primavera e inicios de verano) como en el presente ensayo que utilizó búfalas pluríparas con un promedio diario de producción para el previo año similar que para las búfalas usadas en este estudio. La hipótesis puede ser por lo tanto que el la ingestión voluntaria no se modificó por el incremento en el nivel de energía/proteína de la dieta. De acuerdo con Di Lella (1998), en un estudio con búfalos, bajo las mismas condiciones fisiológicas, los niveles de ingestión son casi inferiores para estos que para bovinos. Este resultado podría ser determinado por la velocidad de paso de los alimentos con un bajo tránsito ruminal (Bartocci et al., 1997) en el búfalo comparado con el bovino. La diferencia entre el porcentaje de ingestión de materia seca y el peso vivo (DMI/LW) de los dos grupos fue significativa (2.5 vs. 2.58%, p< 0.01). Estos resultados concuerdan con los encontrados en tres ensayos con búfalas lactantes por Verna et al. (1994) donde el porcentaje de materia seca/peso vivo vario desde 2.2 hasta 2.6% dependiendo del tipo de forraje utilizado. Ranijhan (1992) también obtuvo las mismas variaciones mientras que Bartocci et al (2006) registró un valor de 2.43% para este parámetro. Pero al contrario, Sarrubbi et al (2000) e Infascelli et al. (2003) obtuvieron una ingestión igual a 3.2 % y 3.1 % de peso vivo; estos resultados fueron derivados de la utilización de animales con una elevada capacidad productiva, no representativos de la población de búfalos Italianos. El promedio diario de consumo de NEL , CP y NCS fue significativamente mayor (p<0.01) que el grupo 1 mientras que contrariamente el consumo de NFD fue más elevado en el grupo 2 (p< 0.01)
Cuando consideramos los grupos dentro de los subperíodos, ellos no tuvieron diferencias significativas en el consumo de materia seca; por el contrario este parámetro se incrementó significativamente (p < 0.01), al igual que el porcentaje de DMI/LW, pasando del primero al segundo subperíodo para ambos grupos. El pico de consumo fue registrado entre el día 115 y 123 de lactancia con 18.38 y 18.50 Kg/día para el primer y segundo grupo, respectivamente, confirmando así los hallazgos de Bartocci et al. (2006) quienes encontraron un pico de consumo de (17.40 Kg de MS/día) a los 120 días. El promedio diario de consumo de ENL , PC y NSC fue significativamente más alto (p < 0.01) en ambos subperíodos para el grupo 1. Pero al contrario, el consumo de NFD fue siempre significativamente más elevado (p< 0.01) para el grupo 2. Pasando de un subperíodo a otro hubo un incremento significativo (p< 0.01) en todos los parámetros mencionados anteriormente para ambos grupos.
Producción y composición de la leche
La tabla 3 muestra el peso vivo, la ganancia diaria promedio, calificación de la condición corporal, producción de leche y su composición. Teniendo en consideración el total del periodo no se encontraron diferencias significativas entre el promedio del peso (689.7 y 669.4 Kg), y la calificación de la condición corporal (6.49 y 6.42) de los 2 grupos; igualmente el promedio diario de ganancia de peso (416 y 283 g/día), que determinó un incremento de peso corporal de 47.42 y 32.26 Kg., no mostró ninguna diferencia significativa. El grupo 1, el cual recibió la dieta con la concentración más alta de energía/proteína, produjo la mayor cantidad de leche (11.89 vs. 10.90 Kg/día, p < 0.01) de mejor calidad conteniendo el más alto nivel de grasa (82.32 vs. 77.292 g/Kg, y contenido de proteína (47.36 y 46.38 g/Kg) pero con una gran capacidad de engorde de los búfalos de 15.16 Kg. Por consiguiente, la dieta 1, con un elevado aporte de energía y proteína hizo elevar el nivel de proteína y grasa en la leche. El incremento de los lípidos también ha sido confirmado por otros autores (Usmani e Inskeep, 1989; Verna et al., 1994; Bartocci et al., 2002). Bartocci et al. (2006), con una dieta similar a la dieta 1 (6.69 MJ de ENL/Kg MS) pero con un nivel más bajo de proteína (158.3 g/Kg MS) logró para el total del período del ensayo (23-137 días de lactancia) una producción de leche similar que la del grupo alimentado con la dieta 1 (11.66 Kg/día) pero con inferior calidad respecto al contenido de grasa (73.20 g/Kg), contenido de proteína (43.24 g/Kg) y una baja ganancia diaria de peso (307 g/día). Así la gran cantidad de proteína de la dieta 1 no resulta en una alta producción de leche, pero mejora la calidad de la leche e incrementa el engorde de los animales. Comparando la dieta 2 con trabajos previos (Bartocci et al., 2006) hay un similar nivel de energía (5.99 y 6.04 MJ/Kg MS), pero un contenido de proteína diferente (155.4 y 144.4 g/Kg MS). Esto proporciona un aumento en la producción de leche de 10.90 y 9.42 Kg/día, pero un similar contenido de grasa (77.29 y 80.08 g/kg) y contenido de proteína (46.38 y 46.41 g/Kg). Por lo tanto, la diferencia en el nivel de proteína de la dieta probablemente promueve galactopoyesis, incrementando la cantidad (+1.48 Kg/día) pero dejado la calidad de la leche sin cambios. Este resultado pone de manifiesto lo revelado por Campanile (1998) en relación con el inicio de la lactancia y además conjeturado por Bartocci et al. (2006) que con una dieta de 6.04 MJ/Kg de MS, el nivel de proteína no debe ser inferior a 150 g/kg de MS. El contenido de caseína fue similar para los dos grupos (41.36 y 40.37 g/Kg) pero más alto que el obtenido por Tripaldi (1994) y por Bartocci et al. (2006). Este contenido fue, sobre el promedio del 87.16 % del contenido de proteína, mientras que otros autores encontraron 82.00 y 81.50 %. La producción diaria de grasa (0.97 vs. 0.83 Kg/día, p <0.01), proteína (0.56 vs. 0.49 Kg/día, p < 0.01) y caseína (0.49 vs. 0.44 Kg/día, p <0.05) fue siempre estadísticamente más alta en el grupo 1. Con respecto a úrea en leche, el valor más elevado (39.47 mg/100 ml.) vinculado con la dieta con el mayor contenido de proteína, pero la diferencia con el grupo 2 no fue significativa (38.12 mg/100 ml). Campanile et al. (1998) usando una dieta que contenía 120 g de proteína cruda /Kg MS señaló que el valor de úrea es igual a 35.00 mg/100 ml mientras que Roy et al (2005) obtuvieron 44.82 y 42.53 mg/100 ml con dietas que contenían 146.1 y 140.2
g/Kg de proteína cruda. Bartocci et al. (2006), usando dietas conteniendo 158.3 y 144.4 g/Kg de proteína cruda, obteniendo valores similares de úrea (39.09 y 39.05 mg/100 ml.
Dentro de los 2 sub-periodos no surgieron diferencias significativas entre el promedio de peso, el promedio de ganancia diaria de peso y la condicion corporal de los 2 grupos. Cuando se consideran la diferencias en los anteriormente citados 3 parametros entre los subperiodos, el único hallazgo significativo de la dieta 1 es la ganancia diaria de peso (252 v. 580g., p< 0.05). La produccion de leche dentro de los 2 subperiodos, fue estadísticamente diferente para el primer período a favor del grupo 1 (13.08 vs 11.56 Kg/día, p< 0.05). Sin embargo, el efecto positivo de la dieta 1 fue neutralizado (10.71 y 10.24 Kg/día) en la segunda parte del ensayo. Consecuentemente la dieta 1, considerando peso vivo, promedio de ganancia diaria de peso y producción de leche, parece mas apropiado solo en los primeros noventa días de lactancia. La figura 1 registra la produccion de leche en los 2 grupos para los resultados de cada control. El efecto de la dieta 1 fue inmediato con un pico de 14.00 Kg/d después de 47 días de lactancia y con una produccion sucesiva de 13 Kg/día, persistiendo hasta el día 90 de lactancia.
La misma tendencia de producción de leche para el grupo 1, pero con un bajo nivel, fue obtenido por Bartocci et al. (2006) usando 6.69 MJ/Kg MS y 158.3 g/Kg MS de proteína cruda, con un pico de producción (13.13 Kg/día) hasta el día 58 de lactancia, con la dieta 2, hubo un descenso (desde 12.33 hasta 11.13 Kg/día) con respecto al dato inicial y la producción fue mantenida casi constante en este nivel hasta el día 90 de lactancia; por lo tanto, con el fin de lograr un aumento de producción en esta fase de lactancia, es necesario utilizar dietas con una elevada
concentración de energía/proteína.
La diferencia de produccion de leche los 2 grupos por cada control en el primer subperiodo (33-90 días de lactancia), resultó ser significativa a favor del grupo 1; enel segundo subperíodo, esta diferencia no fue significativa, y progresivamente disminuyo hasta que se pierde hacia el final de la prueba. Por lo tanto la dieta 2, tomando en consideracion la produccion de leche, peso vivo y promedio diario de ganancia de peso, resultó ser la más adecuada para el período de lactancia entre el día 91 al 146.
Dentro de los 2 subperíodos (Tabla 3) no hubo diferencia significativas en el contenido de grasa, proteína o caseina en leche de los 2 grupos, el cual fue siempre mas alto a favor del grupo 1. Comparando el primero con el segundo subperíodo, el contenido de grasa tanto de caseina, incrementó significativamente para ambos grupos (grasa: 76.58 vs. 88.08 g/Kg p < 0.01, caseina; 39.94 vs. 42.78 g/Kg, p <0.05 para el grupo 1; grasa: 71.80 vs 82.72 g/Kg, p< 0.05, caseina: 39.06 vs 41.68 g/kg, p < 0.05 para el grupo 2) mientras el contenido de proteína se incrementó significativamente solo para el grupo 1 (46.14 vs. 48.59 g/Kg, p 0.05). Considerando el contenido de grasa (Figura 2) y el contenido de proteína (Figura 3), control y control en ambos casos, fueron siempre mayores aunque no de forma significativa para el grupo 1. Por lo tanto, el efecto de la dieta con una concentracion elevada de energía/proteína no solo incrementó significativamente la cantidad de leche en la primera parte del ensayo sino que mejoró la calidad de la leche durante todo el periodo investigación. Tomando en consideración el promedio diario de la cantidad de grasa, proteína y caseina dentro de los dos subperíodos, siempre tuvieron diferencias significativas para todos los tres parámetros en el primer subperíodo, a favor del grupo 1; en el segundo subperíodo solo aplicaba a la proteína. En el segundo subperíodo no hubo diferencia significativa entre los 2 grupos con respecto a la concentracion de úrea en leche. Con el paso del primer al segundo subperíodo, se produjo un descenso en este parámetro, que solo fue significativo para el grupo 1 (42.21 vs. 36.73 mg/ 100 ml, p < 0.01). Esta reduccion fue probablemente debido al incremento significativo del contenido de caseina en ambos grupos.
Parámetros de coagulación y estimacion de la produccion de queso mozzarella
En la tabla 4 se observa la acidez, los parámetros de coagulación y la producción estimada de queso mozzarella para ambas producciones de leche. Tomando en cuenta el total del período del ensayo, el pH de la leche fue de 6.70 y 6.80 respectivamente para los grupos 1 y 2, los cuales tuvieron diferencias significativas (p< 0.01). El pH fue inversamente relacionado al nivel de energia de la dieta, como lo observó Tripaldi (1994), y también el contenido de caseina (41.40 y 40.50 g/Kg), según lo establecido por Alais (1984) y por Tripaldi et al. (1997). Teniendo en cuenta la coagulación de tres parámetros de la leche tiempo de coagulación del cuajo (r), tiempo de firmeza de la cuajada (k20), firmeza de la cuajada (A30), no se encontró diferencias significativas. Sin embargo, los valores de r (15.98 y 16.42 min) y k20 (1.66 y 1.75 min) fueron bajos para la leche producida por el grupo 1. Contrariamente, A30 (54.45 y 52.73 mm) fue alto. Una relación positiva entre la firmeza de la cuajada y el contenido de caseina fue observada como ya se ha destacado por Tripaldi et al. (1997) y por bartocci et al. (2006). A partir de estos resultados se puede decir que la leche producida por las búfalas alimentadas con la dieta 1 no solo fue de mejor calidad, sino, que también presentó mejores carcaterísticas para la coagulación, según lo determinado por un valor bajo de r, K20 y por un alto valor de A30 La producción estimada de mozzarella fue significativamente mayor en el grupo 1 (3.05 vs 2.59 Kg/día), p < 0.01); un valor intermedio de (2.71 Kg/día) fue obtenido sobre el mismo periodo de lactancia por Bartocci et al. (2006) con una dieta compuesta de 6.69 MJ de energía neta/Kg MS y 158.3 g/Kg de proteína cruda/Kg MS. NO se encontaron diferencias significativas en el número de células somáticas: 141.22 y 152.74 n x 1.000/ml respectivamente para la leche producida por el grupo 1 y 2.
En los dos subperíodos, el pH de la leche fue constantemente alto a favor del grupo 2, pero con una diferencia significativa solo en el segundo subperíodo (6.57 vs. 6.71, p< 0.01). Pasando del primer al segundo subperíodo, para ambas producciones de leche hubo una reducción significativa para ambos con respecto al pH (p< 0.01) (6.83 vs. 6.57; 6.89 vs 6.71) y los valores de r (18.44 vs 13.54 min; 19.09 vs 13.76 min) pero no fue observada una reducción significativa para K20. Por el contrario, se encontró un incremento significativo (p< 0.01) de A30 (48.47 vs. 60.42 mm; 47.25 vs. 58.21 mm). Por lo tanto, ambas grupos tienen una mejor aptitud para la coagulación en la segunda parte del ensayo (91-146 días de lactancia) y de los dos el grupo 1 siempre tuvo la mejor capacidad de coagulación. La producción estimada de mozzarella fue, en ambos subperíodos, significativamente alta para el grupo 1.
Conclusiones
El elevado nivel de energía/proteína no afectó el consumo de materia seca, el cual se mantuvo practicamente constante. Esta dieta puede ser usada exclusivamente durante los primeros 90 días de lactancia, con un efecto positivo sobre la producción de leche, sin ningún efecto o síntoma negativo de naturaleza fisiológica o metabólica. La dieta con el valor de energía/proteína mas bajo puede ser usada entre el dia 90 y 150 de la lactación.
La leche producida por ambos grupos fue de buena calidad, pero la mejor fue la proveniente alimentados con una dieta de alto contenido de proteína y de energía, la cual mostró una gran aptitud para la coagulación.
Agradecimientos
Este trabajo fue patrocinado por el MiPAAF (Ministerio delle politiche agricole, alimentari e forestali) – Proyecto “mejoramiento y valorización de la producción bufalina – PROBUF” (Coordinador: Profesor A. Borguese
REFERENCIAS
Alais, C. 1984. Science du lait. Principes des techniques laitières. SEPAIC, Paris, France.
Altiero, V., L. Moio and F. Addeo. 1989. Estimate of mozzarella yield based on the fat and protein content of buffalo milk. Sci. Tecn. Latt.-Cas. 40:425-433.
AOAC. 1995. Official methods of analysis, 16th edn. Association of Official Analytical Chemists, Washington, DC.
ASPA. 1995. Methods of milk analysis of the main zootechnical species. Università degli Studi di Perugia, Italy.
Bartocci, S., A. Amici, M. Verna, S. Terramoccia and F. Martillotti. 1997. Solid and fluid passage rate in buffalo, cattle and sheep fed diets with different forage to concentrate ratios. Livest. Prod. Sci. 52:201-208.
Bartocci, S. and S. Terramoccia. 2006. Effect of NDF/undegradable crude protein ratio on in vivo digestibility, particle passage rate in riverine buffaloes compared with sheep. Livest. Sci. 104:38-45.
Bartocci, S., S. Terramoccia and C. Tripaldi. 2006. The utilisation of a high level energy/protein diet for lactating Mediterranean buffalo: Intake capacity and effects on quanti-qualitative milk parameters. Livest. Sci. 99:211-219.
Bartocci, S., C. Tripaldi and S. Terramoccia. 2002. Characteristics of feedstuffs and diets, and the quanti-qualitative milk parameters of Mediterranean buffaloes bred in Italy using the intensive system. An estimate of the nutritional requirements of buffalo herds lactating or dry. Livest. Prod. Sci. 77:45-58.
Bittante, G., M. Ramanzin, L. Bailoni, A. Simonetto and S. Bartocci. 1994. Confronto fra alcuni parametri ruminali di bufalini, bovini e ovini alimentati con diete diverse. Agricoltura Ricerca 153:135-142.
Campanile, G. 1998. Relationship between nutrition and reproduction in buffalo. Bubalus Bubalis 1:217-235(Suppl).
Campanile, G., C. De Filippo, R. Di Palo, W. Taccone and L. Zicarelli. 1998. Influence of dietary protein on urea levels in blood and milk of buffalo cows. Livest. Prod. Sci. 55:135-143.
de Stefano, F. 1999. Ottime potenzialità per l’allevamento bufalino in Italia. L’informatore agrario 51:59-62. Di Lella, T. 1998. Buffalo nutrition. Bubalus Bubalis 1:207-216 (Suppl).
Goering, H. K. and P. J. Van Soest. 1970. Forage fibre analysis (apparatus, reagents, procedures and some applications). ARS USDA Agriculture Hand Book N° 379, Washington, DC.
Infascelli, F. 2003. New acquisitions on the nutrition and feeding of buffalo. Atti 2° Congresso nazionale sull'allevamento del bufalo. 28-30 Agosto 2003, Monterotondo-Roma, Italy, pp. 1-18.
INRA. 1988. Alimentation des bovins, ovins et caprins. INRA Publ., Paris, France. Kennedy, P. M., A. N. Boniface, Z. J. Liang, D. Muller and R. M.
Murray. 1992. Intake and digestion in swamp buffaloes and cattle. 2. The comparative response to urea supplements in animals fed tropical grasses. J. Agric. Sci. Camb. 119:243-254.
Nisa, M., A. Javaid, M. Aasif Shahzad and M. Sarwar. 2008. Influence of varying ruminally degradable to indegradable protein ratio on nutrient intake, milk yield, nitrogen balance, conception rate and days open in early lactating Nili-Ravi buffaloes (Bubalus bubalis). Asian-Aust. J. Anim. Sci. 21:1303-1311.
Ranjhan, S. K. 1992. Nutrition of river buffaloes in Southern Asia. In: Buffalo production (Ed. N. M. Thulloh and J. H. G. Holmes). Elsevier, Amsterdam, pp. 117-134.
Roy, B., R. K. Mehla and S. K. Sirohi. 2005. Effect of dietary feeding regimens on urea and protein concentration of milk in Murrah buffaloes. Asian-Aust. J. Anim. Sci. 18:973-979.
Sarubbi, F., T. Di Lella, G. Galiero, F. Infascelli, F. Bovera and G. Durante. 2000. Feeding diets varying in crude protein concentration and ruminal degradability to lactating Mediterranean buffalo cows. Zoot. Nutr. Anim. 26:181-188.
SAS Statistical Analysis System Institute. 1993. SAS User's guide, Statistics, Sas Institute Inc., Cary, NC, USA.
Scientific Committee of the consortium for the protection of Campania buffalo mozzarella cheese (Ed. S. Bartocci, G. Campanile, F. Consalvo, E. Correale, A. Di Francia, V. Proto, S. Terramoccia and L. Zicarelli). 2002. “Pattern of regulation for sanitary and feeding management of buffalo herds for the production of buffalo mozzarella cheese”. Ed. Consorzio Tutela Mozzarella di Bufala Campana, S. Nicola la Strada (CE), Italy.
Terramoccia, S., S. Bartocci, A. Amici and F. Martillotti. 2000. Protein and protein-free dry matter rumen degradability in buffalo, cattle and sheep fed diets with different forage to concentrate ratios. Livest. Prod. Sci. 65:185-195.
Tripaldi, C. 1994. Effetto di alcune diete sulle caratteristiche qualitative del latte di bufala. Agricoltura Ricerca 153:79-86.
Tripaldi, C., G. Catillo, F. Martillotti and M. Angelucci. 1997. Influence of some characteristics of diet on milk quality of water buffalo. Buffalo J. 13:1-13.
Usmani, R. H. and E. K. Inskeep. 1989. Effect of prepartum feeding on milk yield and calf growth rate in limited-suckled and nonsuckled buffaloes. J. Dairy Sci. 72:2087-2094.
Van Soest, P. J., J. B. Robertson and B. A. Lewis. 1991. Methods for dietary fiber, neutral detergent fiber and nonstarch polysaccharides in relation to animal nutrition. J. Dairy Sci. 74:3583-3597.
Verna, M., S. Bartocci, A. Amici and M. Agostani. 1994. Effect of different diets on productive performance of lactating buffaloes. Agricoltura Ricerca 153:73-78.
Wagner, J. J., K. S. Lusby, J. W. Oltjen, J. Rakestraw, R. P. Wettemann and L. E. Walters. 1988. Carcass composition in mature Hereford cows: estimation and effect on daily metabolizable energy requirement during winter. J. Anim. Sci. 66:603-612.
Zannoni, M. and S. Annibaldi. 1981. Standardization of the renneting ability of milk by Formagraph. Sci. Tecn. Latt.-Cas. 32:79-94.
Zicarelli, L. 2000. Nutrition in dairy buffaloes. Ed. Università degli studi di Napoli Federico II. Facoltà di Medicina Veterinaria.